El sentido de seguir cantando y tocando músicas tradicionales en la sociedad ya del tercer milenio, seguramente será porque en la música tradicional, en su lenguaje hay elementos que concilian en nuestro espacio, en nuestro entorno, nuestro país, nuestra tradición y en nuestra vida. Y esto nos coge de tal manera que no podemos soltar, son como las palabras de la madre, como esos sentimientos que se tienen o no se tienen, y decir que los tenemos precisamente los valencianos porque vivimos en este territorio, y también pues que tenemos una lengua y todo eso nos coge, y porque los mecanismos, creo yo de la música tradicional, por sencillos que son, son precisamente, son así básicos, son elementales y eso nos reconcilia a todos y tenemos una tendencia a buscar esos esquemas que son repetitivos, que son los de toda la vida: quien no recuerda la paella, las comidas de la madre, de todas esas cosas, pues yo creo que ese es el sentido que tiene seguir cultivando hoy en día la música tradicional, reconciliarnos con lo que somos como personas dentro de un espacio y un territorio.
Y claro, una vez reconciliados nosotros con la gente más mayor que somos los que lo hemos disfrutado, los que hemos visto como se iba perdiendo y como a lo mejor también se va recuperando, veamos con buenos ojos que esos elementos se puedan transmitir en la escuela, en el instituto a las nuevas generaciones, que tengan al menos la oportunidad de tener esa experiencia. Después harán uso o no harán uso seguramente en virtud de si les resuelve parte de su existencia, de su tranquilidad espiritual, de su disfrute estético, pero eso ya lo harán cuando sean mayores, y nosotros, el compromiso con nuestro país es pasarlos esa pelota. Yo siempre digo que la tradición es como una pelota que nos la dan y nosotros la debemos pasar, a ser posible hinchada, que esté en condiciones, que bote. Y en ese trabajo creo que cada vez somos más, incluso gente que no viene del mundo del folclore y haciendo que poco a poco que esta sociedad nuestra, valenciana de principios de siglo, del tercer milenio, que hemos pensado que es un lenguaje que no debamos olvidar, que debemos tener presente.
Y dentro de la línea de transmisión de los conocimientos que hemos heredado de la tradición me parece importante no perder de vista un instrumento que por sencillo cumple una buena función, que es el flabiol valenciano. Una flauta que normalmente la gente, al campo porque en la sociedad era rural, se hacía de caña, ahora ya se hacen de plástico inyectado y de otros materiales más modernos, pero es un instrumento que se adecua para su digitación y por su extensión a muchas de las canciones que podemos encontrar y podemos cantar habitualmente en una reunión de amigos, canciones que todos tendremos seguramente en la cabeza, y como se adecua mejor que otros instrumentos está bien reivindicarlo y que sea el mundo educativo el que reivindique el papel de este instrumento tan sencillo el flabiol valenciano, que antes era de caña y ahora es de plástico.
Josemi Sánchez